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Interacción humano-camélido en la Puna de Atacama (área surandina): Caza y demografía humana desde el arte rupestre

Published online by Cambridge University Press:  13 April 2022

Hugo D. Yacobaccio*
Affiliation:
CONICET-Universidad de Buenos Aires-VICAM, Buenos Aires, Argentina
Francisco Gallardo*
Affiliation:
Escuela de Antropología y Centro Interdisciplinario de Estudios Interculturales e Indígenas, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile
Marcela Sepúlveda*
Affiliation:
Escuela de Antropología, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile; Archéologie des Amériques, UMR 8096-CNRS-Université Paris 1 - Panthéon-Sorbonne, Paris, Francia
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Abstract

En este trabajo presentamos un análisis zooarqueológico de las relaciones humano-camélido durante el Holoceno en la Puna de Atacama (norte de Chile y Noroeste argentino) a través del estudio de composiciones rupestres interpretadas como escenas de caza durante el lapso entre 9700 y 2500 aP. Estas representaciones aluden a interacciones sociales y a un imaginario visual que vincula humanos y camélidos en un mismo acontecimiento. Planteamos que el estudio de estas manifestaciones pintadas puede aportar evidencia sustancial sobre las características de la caza comunal, la demografía de los cazadores recolectores y los primeros pastores del área surandina. Así, hemos podido identificar con el análisis del arte rupestre, tanto eventos de caza llevada a cabo por grupos locales, como así también cazas colectivas o comunales efectuadas por grupos agregados de población dentro de un ciclo anual o de agregaciones poblacionales extraordinarias. Esto representa un cálculo demográfico efectuado por primera vez a partir de las escenas de caza del arte rupestre.

In this article we carry out a zooarchaeological analysis of human–camelid relationships during the Holocene in the Puna de Atacama through the study of rock paintings that depict scenes of hunting and protection during the period of time between 9000 and 2500 BP. These representations, which are part of a visual imaginary that links camelids and humans in the same event, allude to social interactions. We propose that these representations were part of the learning process of young hunters and that their study provides substantial evidence of the characteristics of communal hunting, the demography of hunter-gatherers, and the first herders of the Southern Andes. Through the analysis of this rock art, we have been able to identify hunting events carried out by local groups, as well as collective or communal hunts carried out by aggregate population groups within an annual cycle and extraordinary population aggregations—the first time that population has been calculated using hunting scenes in rock art.

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Copyright © The Author(s), 2022. Published by Cambridge University Press on behalf of the Society for American Archaeology

El objetivo de este trabajo busca involucrar herramientas de la zooarqueología social (Russell Reference Russell2012) para el estudio de las relaciones entre humanos y animales durante el Holoceno en las tierras altas del área surandina, a partir del análisis de escenas de caza del arte rupestre que evidencian específicamente la interacción de humanos y camélidos. ¿Qué entendemos por enfoque zooarqueológico social? Un estudio capaz de identificar distintas formas de interacciones y las especies involucradas en ellas, con el fin de obtener información relevante sobre las formas sociales de relación entre los antiguos habitantes y los animales, en este caso con los camélidos de la macroregión altoandina.

En este trabajo estudiamos un conjunto de paneles de arte rupestre a través del análisis de su composición con el propósito de interpretar el vínculo entre sus diferentes unidades constitutivas (Gallardo Reference Gallardo2009). En particular, nos referiremos a un tipo específico de composición, las escenas, definidas como figuras ligadas entre sí por relaciones de actividad en un evento determinado que ocurre en un momento único y en el cual intervienen un número determinado de participantes, sean estos humanos y/o animales (Fritz et al. Reference Fritz, Lenssen-Erz, Sauvet, Barbaza, López-Montalvo, Tosello and Azéma2013; Gallardo Reference Gallardo2009). Su análisis resulta particularmente relevante no sólo por la información que provee sobre la interacción humano-animal, sino por corresponder a una forma de relación que ha perdurado en el tiempo, con distintos actores, evidenciando una gran diversidad de estrategias y técnicas a través del mundo y en diferentes épocas (Aubert et al. Reference Aubert, Lebe, Oktaviana, Tang, Burhan, Andi Jusdi and Budianto Hakim2019).

En la porción meridional del continente sudamericano, la caza de camélidos, con sus técnicas, estrategias, artefactos e infraestructura asociada ha sido abundantemente analizada desde variadas evidencias faunísticas, líticas, arquitectónicas y espaciales, convirtiéndose en un tópico usual de la discusión arqueológica (Aschero y Martínez Reference Aschero and Martínez2001; Belardi et al. Reference Belardi, Carballo, Madrid, Barrientos and Campan2017; De Souza Reference De Souza2004; Moreno Reference Moreno2012; Núñez y Santoro Reference Núñez and Santoro1988; Santoro et al. Reference Santoro, Osorio, Ugalde, Sepúlveda, Cartajena, Standen, Gayó, Falabella, Sanhueza, Uribe, Aldunate and Hidalgo2016). Sin embargo, el arte rupestre por sus cualidades visuales permite introducir una perspectiva cognitiva que indaga en los conocimientos de los artistas sobre humanos, animales y sus relaciones (Ballester Reference Ballester2018; Gallardo y Yacobaccio Reference Gallardo and Yacobaccio2005, Reference Gallardo and Yacobaccio2007). El estudio de las composiciones rupestres y sus unidades gráficas brinda la oportunidad de reconocer dimensiones complementarias de la caza, tales como la identificación de los actores (especies animales, género y edad de los individuos, entre otros), sus lugares en el espacio, sus dimensiones relativas, sus actitudes y el tamaño de los grupos de individuos. El reconocimiento e identificación de estas unidades y relaciones visuales es el procedimiento que utilizamos para discutir tanto las estrategias y técnicas de caza como otros modos de aprehensión representados.

En el área centro-sur andino, varios trabajos refieren a estos aspectos desde el estudio de escenas con camélidos y humanos (Aldenderfer Reference Aldenderfer1987; Aschero Reference Aschero, Podestá and Hoyos2001, Reference Aschero, Troncoso, Armstrong and Nash2018; Cassiodoro et al. Reference Cassiodoro, Re, Rindel, Cassiodoro, Re and Rindel2014; Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2013, Reference Dudognon and Sepúlveda2018; Gallardo y Yacobaccio Reference Gallardo and Yacobaccio2005, Reference Yacobaccio, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007; Klarich Reference Klarich and Strecker2016; Klarich y Aldenderfer Reference Klarich and Aldenderfer2001). Las escenas que analizamos vinculan a humanos y camélidos en la Puna de Atacama (Seca y Salada) en Chile y Argentina, cuya aprehensión mediante distintas estrategias de caza o captura en vida, o su protección a través de distintas formas de confinamiento, evidencian que el centro de interés de estas composiciones se enfocó justamente en los camélidos (Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2018; Fritz et al. Reference Fritz, Lenssen-Erz, Sauvet, Barbaza, López-Montalvo, Tosello and Azéma2013). Con estos registros visuales proponemos ampliar la comprensión de la interacción humano-animal, y en específico humano-camélido, a través del estudio de las composiciones rupestres presentes en diferentes regiones del norte de Chile y del Noroeste argentino durante el Holoceno, entre 9700 y 2500 años aP, un lapso durante el cual se evidencian en los Andes importantes cambios socioeconómicos vinculados, entre otros, con la domesticación de camélidos (Cartajena et al. Reference Cartajena, Núñez and Grosjean2007; Marshall y Capriles Reference Marshall, Capriles and Smith2014; Yacobaccio Reference Yacobaccio2004; Yacobaccio y Vilá Reference Yacobaccio and Vilá2012, Reference Yacobaccio and Vilá2016).

Los paneles escogidos presentan ejemplos de arte rupestre que han sido agrupados como “Tradición Naturalista” (Guffroy Reference Guffroy1999; Sepúlveda Reference Sepúlveda and Vialou2011; Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, García, Calás, Carrasco and Santoro2013), cuya definición más precisa está dada por su alto grado de referencialidad o iconicidad. Vale decir, diseños rupestres con atributos semejantes a la cosa denotada, propiedades formales y visuales que permiten su reconocimiento (Descola Reference Descola2006; Peirce Reference Peirce and Vericat1988). Estas representaciones, además de sus similitudes formales, comparten características estilísticas referidas a la representación de camélidos con rasgos anatómicos bien destacados que le confieren un aspecto más “realista” o “naturalista”, en oposición a otras representaciones más esquemáticas y cuyos rasgos aparecen reducidos a trazos simples (Sepúlveda Reference Sepúlveda and Vialou2011). Es el caso de figuras humanas que aparecen representadas con escasos rasgos anatómicos, diseñadas a partir de trazos lineales, aunque con elementos de atuendos y/u objetos en sus manos (Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon, Sepúlveda, Collado and García2015).

Sobre esta base buscamos modelar las interacciones representadas en las obras rupestres previa identificación de sus actores. Enfocaremos nuestros análisis en las propiedades de las escenas de caza, la evaluación del tamaño de los grupos humanos, o sea, la cantidad de cazadores involucrados. Estas composiciones y las relaciones entre unidades gráficas entendemos que aluden a interacciones sociales y son la evidencia de un imaginario visual que integra a humanos y animales en un mismo acontecimiento. Adicionalmente, nos interesa resaltar que las escenas de caza ofrecen una alta cantidad de información tanto sobre sus participantes, las técnicas y estrategias de caza empleadas, como sobre la relación humano-animal (Aldenderfer Reference Aldenderfer1987; Aschero Reference Aschero, Troncoso, Armstrong and Nash2018; Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2018, entre muchos). A partir de este análisis, proponemos que estas representaciones nativas pueden ser consideradas como una evidencia sustancial de las características de la caza comunal y la demografía de los cazadores recolectores y primeros pastores del área surandina, en particular porque estas mismas pudieron ser usadas en el aprendizaje y transmisión de cultura hacia los jóvenes y otras categorías de personas sociales (MacDonald Reference MacDonald2007; Munn Reference Munn1973). Hace ya algún tiempo Aldenderfer (Reference Aldenderfer1987) propuso la hipótesis de que la variación en las representaciones humanas en el arte rupestre pudiera reflejar tanto su tamaño como ser medidas de agregación o movilidad de las poblaciones humanas. Hasta ahora, sin embargo, los estudios sobre la demografía de los grupos cazadores surandinos fueron abordados sólo mediante la distribución de la suma de probabilidades de edades radiocarbónicas (Gayó et al. Reference Gayó, Latorre and Santoro2015; Muscio y López Reference Muscio and López2015). Por lo tanto, este trabajo es el primer intento de analizar este problema desde el arte rupestre en la región surandina.

Representaciones visuales de la relación humano-animal

La relación humano-animal ha sido abordada desde diferentes perspectivas (Hill Reference Hill2013; Mullin Reference Mullin2002; Russell Reference Russell2012; Yacobaccio y Vilá Reference Yacobaccio and Vilá2012), y también desde el estudio del arte rupestre (Aldenderfer Reference Aldenderfer1987; Aschero Reference Aschero, Troncoso, Armstrong and Nash2018; Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2018; Gallardo Reference Gallardo2004; Gallardo y Yacobaccio Reference Gallardo and Yacobaccio2005, Reference Yacobaccio, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007; Sauvet et al. Reference Sauvet, Layton, Lenssen-Erz, Taçon and Wlodarczyk2009; Valenzuela et al. Reference Valenzuela, Santoro, Capriles, Quinteros, Peredo, Gayó, Montt and Sepúlveda2015, entre otros). En el arte es posible abordar el análisis de las figuras animales desde su simple identificación mediante la precisión de ciertos rasgos, la comprensión de sus formas de representación, la existencia de códigos definidos desde elecciones establecidas por su autor, el estudio de las composiciones en las que intervienen, o bien desde la interpretación de su(s) significado(s) considerando aspectos contextuales para integrarlo en el marco del sistema global en el que se inserta.

A nivel interpretativo, distinguimos tres enfoques que hemos podido categorizar dentro de este campo. Un primer enfoque estructural-funcional, busca definir técnicas de caza representadas en escenas, en especial aquellas donde antropomorfos, actitudes y artefactos aparecen organizados con relación a la captura de animales (Aschero Reference Aschero, Troncoso, Armstrong and Nash2018; Cassiodoro et al. Reference Cassiodoro, Re, Rindel, Cassiodoro, Re and Rindel2014; Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2018; Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, García, Calás, Carrasco and Santoro2013). En este enfoque podríamos incluir también aquellos trabajos diseñados para distinguir especies animales o sus comportamientos etológicos (Arenas y Martínez Reference Arenas and Martínez2009; González Reference González2003) o para determinar el estatus doméstico o silvestre de los mismos (Berenguer Reference Berenguer1995; Gallardo y Yacobaccio Reference Gallardo and Yacobaccio2005, Reference Yacobaccio, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007). El segundo enfoque se focaliza en las ontologías subyacentes a partir de los patrones de representación de las imágenes. Aquí podemos mencionar particularmente los trabajos de Descola (Reference Descola2010) en los cuales vincula las ontologías animista y totemista con motivos particulares del arte indígena, así como los de Ingold (Reference Ingold2000) con similar objetivo pero que los incluye dentro del marco más amplio de las relaciones de los grupos aborígenes con la naturaleza. Esta clase de interpretaciones se ha basado en los animales representados, más que en la relación entre animales y humanos. Aquí se puede mencionar la identificación de las pinturas rupestres de Wandjina en los Kimberleys Occidentales (Australia) con ceremonias totémicas (Rosenfeld Reference Rosenfeld, Conkey, Soffer, Stratmann and Jablonski1997:293). Nuevamente, aquí la interpretación se basa en animales grabados en ausencia de humanos. Adicionalmente, como variante dentro de esta corriente se ha remarcado la existencia de sociedades que inclusive no poseen un interés en las representaciones visuales como práctica social (Bird-David Reference Bird-David2006). El tercer enfoque lo podemos denominar simbólico ritual cuyo objetivo busca definir rasgos que sugieren prácticas religiosas. En este caso, el énfasis se puso en el estudio de las figuras humanas que pueden o no estar en asociación con imágenes de animales. En este enfoque, el arte rupestre de cazadores recolectores fue interpretado como el producto de estados alterados en individuos asociados a prácticas chamánicas. El chamanismo como origen de la religión es un tema antiguo de la Antropología (principios del siglo veinte). Estas religiones primigenias podían inferirse de las imágenes de humanos, humanos con atributos animales (teriomorfos) y animales en determinadas actitudes de comportamiento (De Beaune Reference De Beaune1998). Recientemente, a partir del estudio del arte de los cazadores recolectores de Sudáfrica, específicamente los grupos San, este modelo ha sido reactualizado y extendido como interpretación del arte paleolítico europeo (Boyd Reference Boyd, McDonald and Veth2012; Clottes y Lewis-Williams Reference Clottes and Lewis-Williams2001; Lewis-Williams Reference Lewis-Williams, MacDonald and Veth2012). Esta interpretación ha sido generalizada al arte rupestre de variados momentos y de distintas regiones del mundo, aunque con poco éxito (McCall Reference McCall2007).

Resumiendo, entonces, desde el punto de vista estructural-funcional, se definen las relaciones entre las unidades humanas y animales como interacciones de subordinación. Desde el punto de vista ontológico, se observan las relaciones entre unidades humanas y animales como una totalidad que no distingue entre naturaleza y cultura. Desde el punto de vista ritual, se interpretan las relaciones entre unidades humanas y animales como una expresión del trance chamánico.

La orientación de nuestro análisis se inserta en el primer ámbito al buscar precisar en particular las características de la caza comunal para discutir aspectos demográficos de los cazadores recolectores y los primeros pastores del área surandina, además de contribuir a comprender el marco en que se insertaron las escenas de caza representadas. Uno de nuestros objetivos es establecer el arte rupestre como un proxy dato o un medio para inquirir sobre la demografía y el tamaño de la población de los cazadores recolectores de Los Andes del sur.

Materiales y métodos

Hemos seleccionado para nuestro análisis cuatro ejemplos de composiciones rupestres de la Puna de Atacama de modo de contrastar sus diferencias y similitudes en cuanto al tipo de ligazones representadas y así ahondar en nuestro conocimiento sobre las interacciones humano-camélidos en esta vasta región altoandina. Estos provienen de tres regiones diferentes de los Andes centro-sur: la precordillera de Arica en el extremo norte de Chile, el Río Loa a aproximadamente 900 km al sur de la primera, y la Puna argentina al este de esta última región (Figura 1). Escenas como los aquí seleccionados son poco frecuentes, con excepción de la precordillera de Arica. Los casos seleccionados para nuestro trabajo constituyen paneles previamente publicados, por lo que poseen información respecto de su asociación cronológica, además de constituir paneles emblemáticos o diagnósticos en la definición estilística a la que están asociados. El carácter interregional de esta muestra contribuye a obtener un panorama más completo de la problemática aquí propuesta.

Figura 1. Ubicación de las tres regiones de análisis en los Andes centro-sur (map was made by the authors).

Región 1: Precordillera de Arica

El análisis de las composiciones rupestres de las pinturas de Tradición Naturalista que caracterizan la precordillera de Arica fue inicialmente realizado por Niemeyer (Reference Niemeyer1972), luego por Santoro y Dauelsberg (Reference Santoro, Dauelsberg, Aldunate, Berenguer and Castro1985), para ser finalmente revisado y reevaluado a partir de sus características tipológicas, estilísticas y escénicas, y desde ahí precisar secuencias cronológicas relativas de los diferentes conjuntos pintados (Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2013, Reference Dudognon, Sepúlveda, Collado and García2015; Guerrero-Bueno y Sepúlveda Reference Guerrero-Bueno and Sepúlveda2018; Sepúlveda Reference Sepúlveda and Vialou2011; Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, García, Calás, Carrasco and Santoro2013, entre otros). Un análisis específico de las superposiciones permitió inclusive evidenciar cambios en la interacción humano-camélido en relación con los procesos sociohistóricos identificados en la región (Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon, Sepúlveda, Collado and García2015). Debido a la variación en la representación de la figura humana, como así también a la diferente proporción de los motivos humanos y camélidos representados, se diferenciaron en la precordillera dos grupos estilísticos para las manifestaciones de la Tradición Naturalista, agrupados aquí como Estilo 1: compuesto por camélidos agrupados pintados en los que se destacan sus rasgos anatómicos asociados a antropomorfos de trazos lineales simples (GE1-1); y el otro, de camélidos en los que se destaca el vientre, asociados a antropomorfos de tamaños similares, constituyendo escenas de camélidos perseguidos (GE1-2). En cuanto a composiciones se diferenciaron específicamente, dentro del Estilo 1, escenas relacionadas con la caza, la captura de animales en vida, de otras vinculadas al confinamiento de camélidos. Otras escenas interpretadas, como pastoreo y caravaneo, han sido relacionadas a períodos más recientes entre los siglos siete y dieciséis (Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, García, Calás, Carrasco and Santoro2013).

Para este trabajo, seleccionamos paneles de dos sitios de la Tradición Naturalista. El primer caso proviene de Vilacaurani cuyos distintos paneles abarcan casi 20 m de pared con figuras mayoritariamente pintadas. En dichos paneles resulta común observar variadas superposiciones de escenas que asocian humanos con camélidos en términos de variantes escenas de caza o captura, pintadas en distintas tonalidades de rojo, amarillo y negro. Algunas escasas figuras, producto mayormente de deterioros intencionales, aparecen grabadas (Dudognon y Sepúlveda Reference Dudognon and Sepúlveda2018; Niemeyer Reference Niemeyer1972). La composición escogida se encuentra en el panel principal de Vilacaurani (Figura 2). En él se observan variadas figuras humanas relacionadas a camélidos por grandes trazos lineales a modo de cordeles. Mientras la mayoría de los camélidos se representa de perfil y en actitud dinámica, uno de los animales presenta una posición distinta, como “abatido”, con las piernas flectadas y el cuello hacia abajo. Las figuras humanas asociadas se presentan mediante trazos lineales y en posición horizontal, atados a la línea que los une a los animales. El segundo caso concierne un gran panel del sitio Tangani 1 (cal 5160-4170 aP), caracterizado también por múltiples escenas y superposiciones en variadas tonalidades de rojo, amarillo, blanco y negro (Figura 3; Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, Saintenoy and Faundes2010). La composición escogida se ubica al centro del principal panel pintado y refiere a un gran conjunto de figuras humanas representadas por simples trazos lineales en rojo y negro que rodean un conjunto de camélidos naturalistas. Los fechados asociados a todas estas pinturas son complejos, dado que provienen de diversos sitios, aunque el rango máximo apunta a que estos diseños fueron realizados durante la fase final del Holoceno medio, entre 5700 y 3500 aP (Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, García, Calás, Carrasco and Santoro2013).

Figura 2. Panel IV (Niemeyer Reference Niemeyer1972) o Gran Panel de Vilacaurani: A: chaco; B: rodeo. Dibujos gentileza de Carole Dudognon. (Color en la versión electrónica)

Figura 3. Panel principal de Tangani 1. Dibujo gentileza de Carole Dudognon.

Región 2: Cuenca superior del Río Loa

En esta región, estudios desarrollados desde la década de 1980 han permitido precisar dos importantes estilos rupestres (Berenguer Reference Berenguer1995; Gallardo Reference Gallardo2001; Gallardo y De Souza Reference Gallardo, De Souza, Sanz, Fiore and May2008), aunque luego se estableció su distribución sobre toda la cuenca del Salar de Atacama (Gallardo et al. Reference Gallardo, Cabello, Pimentel, Sepúlveda and Cornejo2012). Taira-Tulán refiere a grandes camélidos naturalistas. El otro estilo denominado Confluencia, que agrupa también camélidos de la misma tradición, aunque de forma general más grácil y de menor tamaño que los animales que caracterizan Taira-Tulán, se ha definido en unas 26 localidades arqueológicas.

En este trabajo analizaremos escenas de caza del estilo Confluencia principalmente, caza colectiva, muchas de ellas ejecutadas con gran detalle (Figura 4). En este se emplea como técnica básica la pintura, los tamaños de los motivos son regulares, pequeños y su emplazamiento corresponde principalmente a aleros rocosos (Gallardo Reference Gallardo2001). De 179 figuras pintadas de este estilo en el Río Salado, 132 son rojas y 47 una combinación de ocre amarillo/rojo (Gallardo y Yacobaccio Reference Yacobaccio, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007:27).

Figura 4. Pinturas rupestres del estilo Confluencia en el sitio 2Loa15/13. Alto de la escena de 117 cm. Dibujo de Bernardita Bráncoli.

En términos cronológicos, el estilo Confluencia se extiende entre los 3500 y 2400 aP, y tiene algunas fechas precisas, como evidencian los motivos pintados en el interior de un recinto del sitio Tulán 54 (cal 2630-2490 aP; Núñez et al. Reference Núñez, Cartajena, De Souza, Carrasco, Sepúlveda, Briones and Chacama2009). La cuestión más interesante de este estilo es que refleja la importancia de la caza durante la formación de las primeras sociedades agrarias en la región, siendo la manifestación de la complejidad social evidente durante la transición Arcaico-Formativo, o una estrategia de representación visual que operó a nivel ideológico cuando se instaló el pastoreo como sistema económico predominante (Gallardo Reference Gallardo2004).

Región 3: Noroeste argentino

Las pinturas de Hornillos 2 se encuentran en un pequeño panel de 1,40 m × 50 cm. Se trata de 28 figuras de camélidos, 5 antropomorfos y 1 ave. Los camélidos son estilizados no esquemáticos, de tamaño pequeño y fueron pintados en negro y rojo (desde amarillo rojizo a rojo oscuro; Figura 5; ver detalles en Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Paz Catá and Alonso2008). El sitio ubicado a 4.020 m snm, en el departamento de Susques (Provincia de Jujuy), ha tenido ocupaciones humanas desde 9700 hasta 6200 aP, distribuidas en nueve unidades estratigráficas. Es de los únicos dos sitios que presentan pinturas naturalistas en el Noroeste argentino. Hornillos 2 es importante dado que es el único hasta el momento que presenta pinturas naturalistas con fechas del Holoceno temprano en la Puna argentina.

Figura 5. Panel pintado de Hornillos 2. Modificado de Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Paz Catá and Alonso2008. (Color en la versión electrónica)

Caza comunal o colectiva versus caza individual

El tamaño de la población en relación con el territorio empleado es importante para las estrategias económicas y sociales de los cazadores recolectores y, en consecuencia, el cambio demográfico ha sido visto como una explicación de muchos patrones del registro arqueológico (French Reference French2015). Se debe destacar que la estructura demográfica de las poblaciones de cazadores recolectores ha sido vinculada con muchas propiedades sociales, por ejemplo, la relación de las estrategias de asentamiento y subsistencia (Binford Reference Binford1980) y los tamaños de los territorios (Hamilton et al. Reference Hamilton, Milne, Walker, Burger and Brown2007), entre otros tantos. Es decir, que los niveles de población tienden a articular factores ambientales y sociales (Lee Reference Lee1979:364). También se ha destacado que la concentración y dispersión de la población, ya sea durante el ciclo anual o en agregaciones periódicas excepcionales de población es un rasgo característico de las sociedades de cazadores recolectores (Kelly Reference Kelly1995; Lee Reference Lee1979; Mauss y Beuchet Reference Mauss, Beuchat and de Martín-Restorillo1971; Spencer y Gillen Reference Spencer and Gillen1899).

Tanto Binford (Reference Binford2001) como Hamilton et al. (Reference Hamilton, Milne, Walker, Burger and Brown2007) argumentaron que la estructura demográfica de los grupos cazadores recolectores está compuesta por niveles integrados de organización poblacional, desde los más dispersos (grupos locales) hasta los más agregados que comprenden la mayor cantidad de gente —denominada población regional o étnica por Binford (Reference Binford2001). Durante las fases de agregación —que tienen una duración variable de algunos días hasta varios meses— comienzan a funcionar factores de intensificación, ya que hay una gran cantidad de gente en un área reducida. La caza colectiva o comunal es una de las formas en que se manifiestan esos factores, aquí definida como aquella que efectúan asociadamente varios grupos locales. Debemos destacar, sin embargo, que la caza colectiva no está relacionada sólo con la obtención de mayores retornos proteínicos, sino también con objetivos sociales como ver amigos, concretar matrimonios (Kelly Reference Kelly1995:221) o realizar intercambios (Lee Reference Lee1979:365). Analizaremos entonces la información brindada por las escenas de caza del arte rupestre para discutir también estas cuestiones.

Tamaño de los grupos en situaciones de caza

Aquí trataremos de estimar el tamaño mínimo poblacional en base a la fórmula del Tamaño Mínimo de Grupo (Binford Reference Binford2001). Previamente haremos algunas consideraciones sobre la estructura poblacional de las sociedades de cazadores recolectores. Como dijimos, esta estructura está compuesta por un sistema jerárquico de agregados de individuos contenidos en agrupaciones de población cada vez más numerosos. Binford (Reference Binford2001), en base al análisis de 339 sociedades de cazadores recolectores, estimó que esta estructura se compone por tres niveles: el Grupo 1, que es el grupo residencial desagregado o más móvil; el Grupo 2, el grupo residencial agregado, que es la fase más agregada de población del ciclo de asentamiento anual; y el Grupo 3, que es el resultado de los agregados temporales o periódicos de población. Asimismo, Hamilton et al. (Reference Hamilton, Milne, Walker, Burger and Brown2007) reelaboraron la base de datos de Binford y estimaron seis niveles: g1: comprende a individuos; g2: a familias, estimadas a partir de dividir la población total por el número de varones casados (técnica para estimar el tamaño de la familia en ausencia de datos demográficos), dando por resultado 4.48 ± 0.23 personas promedio; g3: grupos de familias extendidas dispersas definidas como el tamaño promedio de los grupos residenciales durante la fase de mayor dispersión del ciclo anual de movilidad, promediando 15.60 ± 0.46 personas; g4: grupos agregados definidos como el tamaño promedio de grupos residenciales durante la fase de desagregación del ciclo de movilidad, dimensionados en 53.66 ± 0.71 personas promedio; g5: agregaciones periódicas definidas como agregaciones de varios grupos durante periodos usualmente mayores que los de cada año, sumando 165.32 ± 0.66 personas promedio; y g6: poblaciones regionales definidas como el tamaño total de unidades étnicas regionales, definidas en 839.19 ± 1.25 personas promedio.

Dentro de esta gran base de datos, hay un segmento importante de sociedades de cazadores recolectores que viven en ambientes desérticos y semidesérticos que tienen diferencias poblacionales significativas con aquellas que habitan otros ambientes, tales como la costa marítima o el bosque tropical o en ambientes árticos. Por eso, hemos elaborado algunos parámetros poblacionales de cazadores recolectores desérticos o semidesérticos, categorizados en tres fases poblacionales: la fase más dispersa, la fase más agregada (dentro del ciclo anual) y la fase de agregaciones periódicas excepcionales. En este trabajo tomaremos estos valores como parámetro comparativo de las estimaciones basadas en los motivos antropomorfos de las escenas de caza pintadas analizadas (Tabla 1).

Tabla 1. Media y rango de las diferentes fases poblacionales de sociedades de cazadores recolectores de ambientes desérticos y semidesérticos.

Fuente: Binford Reference Binford2001:Tabla 8.01.

De esta manera, si el conjunto de motivos antropomorfos es una representación de la cantidad de gente involucrada en los eventos de caza, podríamos averiguar entonces el tamaño mínimo del grupo al cual pertenecen o sustentan. Binford (Reference Binford2001:233-234) ideó una forma de calcular el tamaño mínimo de un grupo (TMG) a partir de las siguientes variables:

$${\rm TMG} = {\rm n}\acute {\rm u}{\rm mero} \;{\rm de} \;{\rm productores} \times {\rm tasa\ de\ dependencia}$$

El número de productores es la cantidad de gente que activamente participa en los eventos de caza. De acuerdo con los datos etnográficos, el número de productores que caza diariamente es la mitad del total de productores disponibles en el grupo. La tasa de dependencia se calcula dividiendo en número total de personas del grupo por el número de productores de alimentos activos (Binford Reference Binford2001:229). Esta tasa, calculada en base a 18 grupos de cazadores recolectores (Binford Reference Binford2001:Tabla 7.08) es de 1,71 de promedio (es decir, que un productor alimenta a dos personas), y en los casos de los cazadores de ambientes desérticos (N = 4) es un poco menor, de 1,61. En nuestro caso, N será la cantidad de humanos pintados, cifra que se multiplicará por dos porque, recordemos, en cada evento de caza participa la mitad de los potenciales productores. A partir de estas consideraciones, el algoritmo que emplearemos para discutir el alcance del tamaño de los grupos será el siguiente: TMG = N (× 2) × 1,71 (ó 1,61).

Relación humano-camélido en los paneles rupestres de la Puna de Atacama

Por la etnografía sabemos que las representaciones rupestres entre cazadores recolectores operan como un medio de transmisión de conocimientos (Bleek y Lloyd Reference Bleek and Lloyd1911; McDonald y Veth Reference McDonald, Veth, Whallon, Lovis and Hitchcock2011; Munn Reference Munn1973; Spencer y Gillen Reference Spencer and Gillen1899). Pueden ser utilizadas como medio de almacenaje de historias ancestrales, eventos históricos o conducta animal. Esta función ha sido también planteada desde la arqueología y los flujos de información evidenciados a partir del estudio del arte paleolítico y rupestre (Carden et al. Reference Carden, Miotti and Blanco2018; Gallardo et al. Reference Gallardo, Cabello, Pimentel, Sepúlveda and Cornejo2012; Re y Guichon Reference Re, Guichon, Goñi, Belardi, Cassiodoro and Re2014; Romero et al. Reference Romero, Lucero and Barberena2020, entre muchos). En nuestro caso, y más concretamente, pensamos que el arte rupestre de “Tradición Naturalista” de escenas de caza y confinamiento de animales sirvió además de circular información, para la instrucción derivada de la observación. En cierto sentido actuarían como una metáfora de los relatos sobre acciones (y reacciones) en determinados contextos sociales y cinegéticos. En los casos rupestres seleccionados aquí —Hornillos 2, el panel IV de Vilacaurani, Tangani 1 y 2Loa15/13— los animales han sido representados como presas. Más aún, podemos argumentar que la representación de Tangani 1 tiene semejanzas con una línea de personas que participan en un encierro de vicuñas (Figura 6), tal como está documentado para chacos incaicos e históricos.

Figura 6. Chaco de vicuñas en Pampa Galeras, Perú, en 2015. En la foto se aprecian 88 personas y 60 vicuñas. Foto gentileza de Bibiana Vilá. (Color en la versión electrónica)

Desde el punto de vista formal, en la composición de la escena de caza podemos apreciar que tanto camélidos como humanos están pintados de perfil (Figuras 2, 3, 4 y 5), pero la visión completa de la escena es tomada desde arriba y a cierta distancia. Evidentemente, el artista no participa, sino que ofrece su versión desde cierta distancia y un aventajado punto de observación, como un lugar elevado. Esto no es contradictorio con la topografía donde se pudieron haber efectuado estas cacerías mediante rodeos en los cuales se aprovechaba una hondonada y la espera de los animales se hacía oculta en la altura (Aschero y Martínez Reference Aschero and Martínez2001).

Las escenas de caza aquí consideradas tienen una media de 25,6 humanos, con un rango que va entre los 5 y los 78 individuos (Tabla 2). Este rango es, excepto un caso, mayor a la cantidad de personas que participan en eventos individuales de caza, de acuerdo con la evidencia etnográfica que indica que éstos oscilan entre las 9 y 12 personas, y en algunos casos entre los 2 y los 7 individuos en ambientes de la selva tropical (Binford Reference Binford2001; Hill y Hawkes Reference Hill, Hawkes, Hames and Vickers1983; Politis et al. Reference Politis, Angrizani, Hernando, Ruibal, Coelho, Hernando and Coelho2013; Yellen Reference Yellen, Lee and Vore1972). Hornillos 2, que sería un caso de caza individual (es decir, aquella llevada a cabo por un solo grupo local), tiene 5 individuos representados, lo que se identifica con el rango menor de la fase más dispersa de los cazadores etnográficos de desierto. Siguiendo la ecuación propuesta en base a lo indicado por Binford, en la Tabla 3 se muestran los tamaños de grupos obtenidos, junto a los valores determinados en los cazadores etnográficos.

Tabla 2. Sitios, cronología y número de humanos y camélidos registrados en los paneles rupestres.

Tabla 3. Tamaño mínimo de grupo para cada uno de los sitios, calculado para las dos tasas de dependencia. Las dos últimas columnas de la derecha muestran los datos de casos etnográficos derivados de la Tabla 1.

Vale la pena efectuar algunas consideraciones sobre estos resultados. El caso de Hornillos 2, cuyo grupo local estaría compuesto por 16 a 17 personas, se ajusta muy bien a las cifras de la cantidad de personas que viven en campamentos de cazadores de desierto con alta movilidad. La media etnográfica para estos grupos es de 18 personas (rango entre 9 y 30), lo que Binford denominó Grupo 1 (Binford Reference Binford2001:230; Lee Reference Lee1979:68-69) y que coincide con la estimación de Hamilton et al. (Reference Hamilton, Milne, Walker, Burger and Brown2007) para los grupos residenciales en su fase de mayor dispersión. Esto se ajusta a lo que conocemos hoy en día, partiendo de la base del tamaño de los asentamientos de cazadores puneños del Holoceno temprano (Yacobaccio Reference Yacobaccio2017).

El caso de Vilacaurani es interesante porque representaría casos de caza comunal o colectiva practicada mediante chacos y rodeos, quizás en agregados temporales de grupos locales dentro del ciclo anual, como se ha propuesto para el Holoceno medio (Aschero y Martínez Reference Aschero and Martínez2001; Yacobaccio Reference Yacobaccio, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007). En la evidencia etnográfica de cazadores de desierto o semidesierto, esta población tiene un rango entre 20 y 90 personas (que incluye al Grupo 2 de Binford), cifra que contiene a la calculada para Vilacaurani (ente 55 y 75 personas). El caso de Tangani 1 es especial, ya que representaría una agregación periódica excepcional de varios grupos durante periodos usualmente mayores que los de cada ciclo anual; o sea, se trataría de un rodeo que congregó gran parte de la población en un momento o situación más excepcional.

Un poco diferente sería la situación de Confluencia, ya que durante este momento se comparte la actividad de caza con el pastoreo de camélidos (Gallardo Reference Gallardo2001). Por lo tanto, estas pinturas estarían reflejando eventos especiales que retratarían a parte de la población total; es decir, aquella involucrada en la actividad de caza. Se puede especular que los eventos de caza comunal retratados en 2Loa15/13 aglutinarían, por así decirlo, a una importante cantidad de gente de muchos grupos locales o aldeas. La cantidad de personas obtenida aquí a partir de las pinturas es de 45 a 48 personas. Si seguimos la comparación con los cazadores recolectores etnográficos, estos números se alcanzan en las fases de agregación de población dentro del ciclo anual que tienen una media de 31,86 y un rango entre 20 y 90 individuos. Aunque esta comparación no sería del todo correcta debido a la mayor complejidad de la economía de pastoreo-caza, podrían interpretarse estos niveles de población en Confluencia como el agregado de cazadores provenientes de diversas aldeas que compartirían estos eventos de caza y, por lo tanto, merecedores de ser perpetuados a través del arte rupestre. Contrariamente, a las estimaciones de grupos que viven de la caza y recolección, en este caso se trataría de sólo una fracción de la población total que se dedicaría a la caza colectiva.

Discusión

Durante el Holoceno temprano el ambiente tenía mayor productividad causada por la falta de estacionalidad en las lluvias y un clima más húmedo. En ese contexto, el poblamiento de la región tomó ventajas de las condiciones de la fase húmeda denominada Coipasa o CAPE II (Moreno et al. Reference Moreno, Santoro and Latorre2009; Yacobaccio et al. Reference Yacobaccio, Morales and Hoguin2017). Los grupos de cazadores recolectores poblaron la región, habitando primariamente en cuevas y aleros rocosos y, más tarde, estableciendo campamentos en lugares abiertos, en las cercanías de vegas y lagunas altiplánicas (De Souza Reference De Souza2004; Osorio et al. Reference Osorio, Capriles, Ugalde, Herrera, Sepúlveda, Gayo, Latorre, Jackson, De Pol-Holz and Santoro2017). Hornillos 2 es un caso de análisis de este período y muestra que las poblaciones humanas estuvieron compuestas por grupos locales dispersos con una alta movilidad. En este contexto no hay evidencias de momentos de agregación durante el ciclo anual ni de agregaciones extraordinarias que sí se destacarán en el próximo período.

El Holoceno medio estuvo marcado por fluctuaciones climáticas acentuadas (Tchilinguirian y Morales Reference Tchilinguirian and Morales2013; Santoro et al. Reference Santoro, Osorio, Ugalde, Sepúlveda, Cartajena, Standen, Gayó, Falabella, Sanhueza, Uribe, Aldunate and Hidalgo2016). Fue un proceso hacia una gran aridez y produjo un ambiente fragmentado, causando pérdida de hábitats después de los 6000 aP. Esto promovió transformaciones en las poblaciones de fauna y humanas. Hay numerosos indicios en el registro arqueológico que nos llevan a pensar en una amplia reorganización de las poblaciones de cazadores recolectores a partir de este momento (Gayó et al. Reference Gayó, Latorre and Santoro2015; Muscio y López Reference Muscio and López2015).

Durante este período disminuye la diversidad del registro faunístico y aumenta el foco en la caza de camélidos adultos (Cartajena et al. Reference Cartajena, Núñez and Grosjean2007; Yacobaccio Reference Yacobaccio2013). Desde aproximadamente 6200 aP se observa un cambio muy importante de la relación humano-animal, que es la aparición de prácticas de protección que se intensifican a partir de 4100-3200 aP, con el confinamiento de segmentos poblacionales de camélidos indicado en el registro arqueológico por la presencia de corrales en varias regiones de la Puna. Paralelamente, la introducción de cultivos es un proceso para considerar, pero cuya contribución aún no es cuantificable para poder hacer una comparación. Todavía tenemos que evaluar su exacta consecuencia, pero en teoría estos procesos de incorporación de animales y plantas domesticadas acentuarían la territorialidad de las comunidades humanas y el desarrollo de la complejidad social que habría requerido de la delimitación de espacios comunales, demarcación de paisajes culturales para su práctica (Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, Saintenoy, Cornejo, Dudognon, Espinoza, Guerrero-Bueno and Cerrillo-Cuenca2019).

En la cuenca del Río Salado, el asentamiento del período Formativo temprano hasta 2500 aP muestra limitada arquitectura residencial que pudo albergar unidades familiares de pequeño tamaño (Aldunate et al. Reference Aldunate, Berenguer, Castro, Cornejo, Martínez and Sinclaire1986; Sinclaire Reference Sinclaire2004). Sin embargo, el registro habitacional en aleros y al aire libre son numerosos en los alrededores de la vega de Turi, la ecozona de quebradas y las tierras altas inmediatas (Sinclaire Reference Sinclaire2004). La producción lítica en riodacita local, característica de esta época, tiene un vínculo claro con las actividades de caza, que es correlativo con el patrón de asentamiento y la evidencia de fauna silvestre en los sitios (De Souza Reference De Souza2004; Rees y De Souza Reference Rees and Souza2004; Seelenfreund et al. Reference Seelenfreund, Fonseca, Llona, Marques, Sinclaire and Rees2009; Sinclaire Reference Sinclaire2004). La caza y recolección era dominante en esta época a la que pertenece la caza por rodeo de estilo Confluencia analizada. Una actividad social correlativa a un patrón de asentamiento disperso, de baja resolución residencial y probablemente discreto en términos de población, que correlativamente permitía la mantención y reproducción de camélidos protegidos y de los vínculos sociales más allá de la unidad familiar. Posteriormente, la combinación de tenencia de camélidos domesticados, agricultura limitada y lugares discretos de habitabilidad generó desde los 2500 aP (en el Salar de Atacama desde los 3200 aP) el desarrollo de focos o nodos, comúnmente denominados “aldeas”, que se convirtieron en el centro del paisaje productivo y que sería el contexto de la práctica de la caza colectiva representada en las fases más tardías del estilo Confluencia.

A diferencia de esta región, durante el Formativo en la precordillera de Arica la ausencia de aldeas y la persistencia de asentamientos vinculados a grupos de cazadores recolectores móviles plantea un escenario distinto (Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, Cornejo, Osorio, Uribe, Llanos and Castillo2018). No obstante se propone una reducción en los rangos de movilidad, basada en las características de los eventos de ocupación (tamaño y densidad de material), la escasa cantidad de cerámica, artefactos relacionados con prácticas de molienda, la disminución en la variedad de materias primas empleadas y el arte rupestre empleado como elemento indicador de prácticas congregacionales y marcador territorial; se propone que los grupos precordilleranos habrían mantenido un modo de vida eminentemente móvil si bien cada vez más circunscritos a determinadas localidades (Sepúlveda et al. Reference Sepúlveda, Cornejo, Osorio, Uribe, Llanos and Castillo2018, Reference Sepúlveda, Saintenoy, Cornejo, Dudognon, Espinoza, Guerrero-Bueno and Cerrillo-Cuenca2019). Pese a evidenciar contactos e intercambios con otros grupos aldeanos y sedentarios de la costa y altiplano, optaron por seguir una trayectoria histórica propia y mantener además un énfasis en la caza y recolección, con la introducción de camélidos domesticados que requirieron de prácticas simbólicas demarcatorias en espacios específicos de encuentro. Las escenas representadas en Vilacaurani y Tangani 1 enfatizan así dos formas de relación con la caza, la primera referida a la caza comunal durante un tiempo acotado mediante chacos y rodeos, la segunda a una agregación mayor excepcional durante un lapso más prolongado.

Otra cuestión para tener en cuenta es una actualización de la discusión acerca de la definición de caza colectiva o comunal. Aschero y Martínez (Reference Aschero and Martínez2001) plantearon que pudieron efectuarse cazas colectivas a partir del análisis de la diversidad de los sistemas de armas y la aparición de construcciones (parapetos) necesarias para efectuarla que definieron para el Holoceno medio en la Puna Salada de Catamarca. Posteriormente se planteó que esta estrategia de caza colectiva o comunal requería de ordenamientos demográficos que incluyeran la agregación poblacional (Yacobaccio Reference Yacobaccio, Nielsen, Rivolta, Seldes, Vázquez and Mercolli2007:280). En este trabajo hemos visto que los resultados del estudio del arte rupestre han brindado cifras compatibles con este planteo. Tanto es así que en la literatura arqueológica el concepto de caza comunal se vincula con el número de cazadores más que con la cantidad de presas obtenidas. Driver (Reference Driver, Davis and Reeves1990) definió tres aspectos de este concepto: (1) la participación de dos o más cazadores, (2) una cooperación activa entre ellos, y (3) un sistema de caza que requiera un plan preconcebido. No necesariamente muchos cazadores cazan muchas presas y esa es, justamente, la diferencia entre caza comunal y caza masiva, donde en un solo evento —o en eventos sucesivos en corto tiempo— un grupo de cazadores consigue apropiarse de un gran número de presas (Borrero Reference Borrero2013). El concepto que aquí preferimos se acerca a lo que Hayden (Reference Hayden, Harding and Teleki1981:421) llamó “grupo de caza comunal de gran escala”, que involucra a cinco o más individuos cazando de una manera coordinada y cooperativa. A partir de nuestro análisis, hemos podido estimar grupos cuyo rango es entre 55 y 71 personas para el caso de Vilacaurani, y entre 251 y 267 personas en Tangani 1, que comprendería cazadores recolectores del Holoceno medio y debe tomarse quizás como un límite máximo de población. En 2Loa15/13 habrían participado entre 58 y 61 personas en las cazas comunales representadas en el estilo Confluencia asociado a una economía de pastoreo/caza de camélidos y cronológicamente más reciente.

La caza colectiva o comunal es un medio de materializar lo social y lo colectivo, que es parte del proceso de complejidad social comenzado a finales del Holoceno medio. Es interesante señalar que varios autores vinculan la caza comunal con economías de retorno diferido (Matheny y Matheny Reference Matheny and Matheny2008; Steele y Baker Reference Steele, Baker and Hudson1993), lo que implica no solamente disponer de alguna técnica de almacenamiento, sino también cierto grado de organización social que permita altos niveles de densidad poblacional como los aquí señalados.

Conclusión

El arte rupestre naturalista —en particular las escenas de caza— ha demostrado poseer un valor heurístico muy importante para discutir aspectos fundamentales de la estructura demográfica de las poblaciones del pasado en el área surandina, ya sean cazadores recolectores o pastores. En este trabajo buscamos contribuir tomando en cuenta dos aspectos: por un lado, la relación humano-animal en torno a la relación establecida y, por otro, efectuar estimaciones sobre el tamaño de las poblaciones.

Para ello utilizamos marcos de referencia etnográficos (Binford Reference Binford2001; Hamilton et al. Reference Hamilton, Milne, Walker, Burger and Brown2007) que habían planteado una alta regularidad en la estructura poblacional de los cazadores recolectores. Esta estructura está compuesta por una red anidada de conjuntos de menor tamaño (grupo local o familia) a mayores concentraciones, sean éstas periódicas o extraordinarias (agregación de diversos grupos locales). Este patrón de dispersión y agregación es una característica general de las poblaciones de cazadores recolectores. A partir de estos modelos, entonces, hemos podido identificar con el análisis del arte rupestre, tanto eventos de caza llevada a cabo por grupos locales (Hornillos 2), como así también cazas colectivas o comunales efectuadas por grupos agregados de población dentro de un ciclo anual (Vilacaurani, 2Loa15/13) o de agregaciones extraordinarias (Tangani 1).

Por otro lado, la evidencia del arte rupestre analizada aquí se añade como proxy-dato importante a la discusión acerca del problema de la caza colectiva, que hasta ahora había sido planteada sólo a partir de la diversidad de las puntas de proyectil y la presencia de parapetos. Hemos presentado también evidencia original para incluir en esta discusión en relación con los aspectos demográficos que hasta el momento se habían planteado principalmente a partir del análisis de la suma de probabilidades de fechados radiocarbónicos (Gayó et al. Reference Gayó, Latorre and Santoro2015; Muscio y López Reference Muscio and López2015).

Finalmente, siguiendo la perspectiva zooarqueológica social, podemos decir que los camélidos se vuelven el sujeto privilegiado de los relatos de los cazadores de la región surandina, un tropo que servirá de estructuración social hasta la época inca como se aprecia en sus chacos ceremoniales, el arte rupestre, las figurillas usadas como ofrendas en los santuarios de altura y en el papel de sus fibras en los tejidos dentro del entramado de las sociedades andinas.

Agradecimientos

Este trabajo no requirió financiación específica. Los autores agradecen a Carole Dudognon su permiso para utilizar sus dibujos de Vilacaurani y Tangani 1 y a Bibiana Vilá por su fotografía del chaco. Asimismo, agradecemos los comentarios de los revisores anónimos de LAA por sus acertadas observaciones.

Declaración de disponibilidad de datos

Los datos utilizados en este trabajo son una elaboración a partir de datos originales que se han publicado en artículos y capítulos de libro que están citados en las referencias. En el caso del primer autor puede consultarse www.vicam.org.ar.

Conflicto de intereses

Los autores declaran que no hay ninguno conflicto de intereses.

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Figura 1. Ubicación de las tres regiones de análisis en los Andes centro-sur (map was made by the authors).

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Figura 2. Panel IV (Niemeyer 1972) o Gran Panel de Vilacaurani: A: chaco; B: rodeo. Dibujos gentileza de Carole Dudognon. (Color en la versión electrónica)

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Figura 3. Panel principal de Tangani 1. Dibujo gentileza de Carole Dudognon.

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Figura 4. Pinturas rupestres del estilo Confluencia en el sitio 2Loa15/13. Alto de la escena de 117 cm. Dibujo de Bernardita Bráncoli.

Figure 4

Figura 5. Panel pintado de Hornillos 2. Modificado de Yacobaccio et al. 2008. (Color en la versión electrónica)

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Tabla 1. Media y rango de las diferentes fases poblacionales de sociedades de cazadores recolectores de ambientes desérticos y semidesérticos.

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Figura 6. Chaco de vicuñas en Pampa Galeras, Perú, en 2015. En la foto se aprecian 88 personas y 60 vicuñas. Foto gentileza de Bibiana Vilá. (Color en la versión electrónica)

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Tabla 2. Sitios, cronología y número de humanos y camélidos registrados en los paneles rupestres.

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Tabla 3. Tamaño mínimo de grupo para cada uno de los sitios, calculado para las dos tasas de dependencia. Las dos últimas columnas de la derecha muestran los datos de casos etnográficos derivados de la Tabla 1.