En el capítulo segundo de la primera parte analicé la idea de la búsqueda como fuerza creadora de Muerte en El Valle. El cielo gira de Mercedes Álvarez comparte este impulso compositivo además de la simbiosis entre lo personal y lo político, aunque se trata de una película de distinta naturaleza. Aquel capítulo concluía aludiendo al reposo visual que aporta la imagen recurrente del árbol, que constituye un vínculo iconográfico entre ambas cintas. La poética imagen del árbol sirve para aglutinar pasado y presente en un todo que transciende la futilidad temporal. La imponente presencia del tronco representa la vida y la muerte para, en última instancia, convertirse en permanencia. De hecho, se podría decir que la concepción temporal de Mercedes Álvarez se desprende de esta imagen sobre todo, como veremos en lo que sigue. La permanencia del árbol se asemeja a la permanencia de la película documental, de su calidad de archivo, para decirlo con Nora.

La base de la visión identitaria de Álvarez consiste en la necesidad de reconocer los trazos del pasado para poder construirnos en el presente. De modo análogo, no podemos construir el futuro borrando el presente y convirtiendo en víctimas a sus habitantes. El reconocimiento del otro resiste los vacíos temporales y espaciales para aglutinarlos y así cimentar una identidad democrática aglutinadora.