En la historia reciente de los países latinoamericanos hay un elemento que, en sus apariciones, reincidencias, desplazamientos, ocultamientos y perversiones, ha marcado de manera indeleble la vida y la organización de nuestras sociedades. Se trata del miedo, ese espectro que, sin jamás desaparecer del todo, retorna y multiplica su presencia en el campo, en las ciudades, en el espacio privado de los hogares y en las plazas públicas, en las oficinas de gobierno y los comercios de las calles. La ilustración del artista colombiano Nelson Gutiérrez que hemos escogido para la portada de nuestro volumen comunica justamente esa amenazante repetición de los miedos generados por la violencia, de la inminencia de los asaltos provocados por actores que, con máscaras siempre iguales y siempre distintas, reaparecen en los escenarios de los países latinoamericanos configurando el tejido de un amenazante mandala. Pero también, como un mandala, tomamos esta imagen como una invitación para meditar a fondo sobre este tejido de acontecimientos, actores y eventos del miedo que graban las líneas de la historia de nuestro continente.

A lo largo de los siglos XX y XXI, la historia latinoamericana ha estado marcada por constantes guerras civiles declaradas y no declaradas, dictaduras militares, regímenes civiles de corte autoritario, campañas de exterminio contra poblaciones indígenas y enemigos internos, desapariciones forzadas de civiles, sangrientas revoluciones armadas, campañas de terrorismo organizadas tanto por grupos ilegales como por los mismos Estados, asesinatos y migraciones causadas por el narcotráfico, así como otras múltiples formas de violencia y criminalidad urbana. La mayor parte de estos fenómenos —que se hallan estrechamente ligados a condiciones de pobreza, precariedad y otros factores de desigualdad— trae consigo una manifestación particular y distintiva del temor, ese denominador común que los conecta. Sin embargo, la naturaleza elusiva y maleable de este afecto hace que la tarea de rastrear sus mecanismos y las estrategias mediante las cuales modifica el funcionamiento de las sociedades resulte bastante compleja. ¿De qué forma se puede cuantificar, medir, comparar el miedo de un individuo o de un grupo social? ¿Cómo puede seguirse la pista de una emoción cuya huella es silenciosa e invisible? ¿De qué manera podemos seguir la estela de un miedo líquido (utilizando el término de Zygmunt Bauman) que se mueve entre las fronteras porosas de las emociones individuales y las emociones sociales?