El mundo está haciendo caminos de revolución. El partido revolucionario de mayor actividad decisiva: el progreso tecnológico. A él se debe la ruptura de viejas escalas, la remoción de los estilos de vida, la ampliación de los horizontes del hombre en una medida que, acaso, sólo pudiera asociar como circunstancia afín el descubrimiento de América y de las rutas de circunnavegación. Estos años sorpresos de la década del 60 serán — ya lo están siendo — escenario de decisivos cambios en el desempeño cultural de los pueblos, en las relaciones de las naciones entre sí; y el significado de ellos no podrá ser definido, ni medido, como los criterios tradicionales pudieran haberlo hecho, porque, ahora, actúa, la remoción de los conceptos clásicos de espacio y tiempo. Su índole, su sentido y sus ritmos provienen, esencialmente, de las nuevas fuerzas tecnológicas desatadas por la segunda guerra mundial.