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El Comercio Extranjero a Fines de la Dominación Española

Published online by Cambridge University Press:  02 January 2018

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Generalmente suele señalarse la dictación del Reglamento del libre comercio entre España e Indias de 1778, como la decisión de mayor importancia que tomó la corona española en el siglo XVIII en materias de comercio, relegándose a un segundo término medidas anteriores como el establecimiento de los navios de registro y otras posteriores que ampliaron el horizonte de los comerciantes españoles y criollos. Nuestro propósito es referirnos a estas últimas, que dieron nueva fisonomía a la actividad mercantil y que en conjunto representan, además, la apertura del mercado americano a una influencia directa del comercio extranjero, lo que significó, en último término, la virtual quiebra del monopolio español con mucha anterioridad a los sucesos de 1810. No sería arriesgado afirmar que en los últimos años del régimen español, las colonias eran proveídas con gran holgura y dentro de los términos legales — para excluir el contrabando — desde los más variados centros fabriles del extranjero y que sus productos encontraban colocación en mercados foráneos.

Type
Research Article
Copyright
Copyright © University of Miami 1962

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References

1 Real Cédula de la Compañía de Filipinas de 10 de marzo de 1785, Madrid. Hemos consultado el ejemplar que se encuentra en el Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 734, documento 28.

2 Allen Christellow, “Great Britain and the Trades from Cadiz and Lisbon to Spanish America and Brazil, 1759-1783”, en The Hispanic American Historical Review, vol. XXVIII, No. 1, febrero de 1948, pág. 23.

3 William Lytle Schurz, “The Royal Philippine Company”, en The Hispanic American Historical Review, noviembre de 1920.

4 Ministerio de Hacienda del Perú, Archivo Histórico, Sección Colonial, libro 900, foja 66.

5 W. L. Schurz, obra citada.

6 Ministerio de Hacienda del Perú, Archivo Histórico, Sección Colonial, libro 900, foja 124.

7 José Toribio Medina, Cosas de h. Colonia (Santiago, 1952), pág. 117. La caza de la nutria se efectúa actualmente en el extremo sur de Chile, pero entonces debía ignorarse su existencia o no había medios para establecer esa actividad.

8 Documentos para la Historia Argentina (Buenos Aires, 1915), tomo VI, pág. 401.

9 Real orden de 24 de septiembre de 1796. Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 745, documento 117.

10 En el trabajo de Ricardo Donoso, Fuentes documentales para la historia de la Independencia de América (México, 1960), 1, pág. 109 y 112, hay referencia a dos buques procedentes de Manila, el Filipino, que arribó a Concepción en 1799 y el San Rafael, que tocó en el Callao en 1805.

11 Real cédula de 12 de julio de 1803, Documentos para la Historia Argentina, tomo VII, pág. 222.

12 Real orden de 5 de junio de 1804. Ministerio de Hacienda del Perú, Archivo Histórico, Sección Colonial, libro 1141, foja 68.

13 Real orden de 26 de febrero de 1804. Ministerio de Hacienda del Perú, Archivo Histórico, Sección Colonial, libro 1141, foja 27.

14 En la obra El africano en el reino de Chile (Santiago, 1957) de Gonzalo Vial, se encuentran algunas peregrinas consideraciones morales sobre el hecho de que los españoles casi no se dedicaran al comercio de negros.

El problema de la esclavitud debe situársele dentro de su época y no juzgársele bajo los cánones morales del siglo XX. Por lo demás, si se quisiese juzgar la cuestión moralmente, hay que partir de la base que los españoles no efectuaron la trata, no por elevados principios, sino que, como paradójicamente lo señala el mismo autor, por la carencia de marina, de posesiones africanas y de aptitud.

Tampoco debe olvidarse que la corona española desarrolló un esfuerzo constante por fomentar el tráfico negrero entre sus subditos, “tan recomendado por el sabio monarca”, como dice la memoria de gobierno del virrey de Buenos Aires don Nicolás de Arredondo. Ese fue el objeto que se tuvo en vista al quitar a Portugal, en 1778, las islas de Fernando Po y Annobon en el Golfo de Guinea.

Si bien los españoles casi no se dedicaron al tráfico marítimo de negros, no es menos cierto que tenían en sus manos, junto con los criollos, el tráfico terrestre en América y las ventas, como asimismo la explotación del esclavo. Al ejecutarlo se mantenían perfectamente dentro de los marcos de su época.

15 Sobre el desarrollo de la nueva política puede verse “Evolución del principio de libre comercio de esclavos durante la administración colonial de España” de James Ferguson King. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, No. 22, tercer trimestre de 1942. Anteriormente había sido publicado en inglés en The Hispanic American Historical Review, febrero de 1942.

16 Documentos para la Historia Argentina, tomo VI, pág. 394.

17 King, obra citada, pág. 68.

18 Memoria de Arredondo. Memoria de los virreyes del Río de la Plata (Buenos Aires 1945), pág. 392.

19 En 1806, figura en el Pacífico la fragata norteamericana Amelia dedicada al tráfico negrero por cuenta del conde de Premio Real, que había obtenido en Lima autorización para exportar 150 cueros al pelo o 40 arrobas de cacao por cada negro bozal. Eugenio Pere'ra Salas, Buques norteamericanos en Chile a fines de la era colonial (Santiago, 1936).

20 Escritos de don Manuel de Salas y documentos relativos a él y a su familia (Santiago, 1910), tomo I, pág. 227.

21 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 745, documento 106.

22 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 746, documento 182.

23 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 747, documento 6. Este privilegio quedó abolido por la real orden de 20 de abril de 1799, que prohibió el comercio en barcos neutrales, pero fue restablecido el 10 de diciembre de 1800 atendiendo a la decadencia del comercio debido a la guerra que entonces se mantenía con Inglaterra. Biblioteca Nacional de Chile, Sala Medina, MS vol. 297, pág. 11.

24 Exceptuamos la situación producida por la trata de negros, sometida a una legislación especial.

25 C. H. Haring, El imperio hispánico en América (Buenos Aires, 1958), pág. 404-405.

26 Pág. 67.

27 Tomo II, pág. 258 y siguientes.

28 Los primeros permisos figuran en los Documentos para la Historia Argentina, tomo VII, pág. 135-138.

29 Documentos para la Historia Argentina, tomo VII, pág. 153.

30 Obra citada, pág. 154.

31 Archivo Nacional de Chile, Fondo Eyzaguirre, vol. 3, pág. 3.

32 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 694, pz. 1, foja 9.

33 La suspensión del comercio en buques neutrales provocó la aparición de un impreso titulado Reflexiones sobre el comercio de España con sus colonias en tiempo de guerra por un español, en Philadelphia, en que se criticaba la vuelta al sistema prohibitivo y exageraba los beneficios obtenidos con el permiso derogado. El anónimo autor era el marqués de Casa Irujo.

34 Documentos para la Historia Argentina, tomo VII, pág. 173.

35 Obra citada, pág. 191.

36 Obra citada, pág. 192.

37 Obra citada, pág. 195-196.

38 Real orden de 5 de octubre de 1805. Obra citada, pág. 307. En una real orden de 9 de junio de 1807 consta que anteriormente se había dado permiso a Luis Meléndez y Bruna para despachar barcos neutrales desde Hamburgo, de donde efectivamente habían zarpado la Juliana y el Jenui de la matrícula de aquel puerto, y el dinamarqués Ana María. Como se ve, Hamburgo se había convertido en excelente plaza neutral. Obra citada, pág. 365.

39 Obra citada, pág. 309.

40 Obra citada, pág. 352.

41 Ministerio de Hacienda del Perú, Archivo Histórico, Sección Colonial, libro 1141, fojas 234 y 238.

42 Eugenio Pereira Salas en su trabajo Buques norteamericanos en Chile a fines de la era colonial, anota la llegada de ambas fragatas al Pacífico, pero no distingue bien el privilegio de que gozaban estas y otras naves.

43 Pereira Salas, obra citada.

44 Ibidem.

45 En la obra de Leopoldo Pérez, Rafael Addiego y Washington Duarte, titulada Historia de la influencia británica en el Río de la Plata y especialmente en el Uruguay (Montevideo, 1946), pág. 91, figura Thomas O'Gorman como irlandés avecindado en Buenos Aires junto con otros familiares, entre los cuales el más apreciado era el doctor Don Miguel O'Gorman, que había llegado en 1776 en la expedición del virrey Cevallos y luego se había quedado como protomédico del virrenato. “Era sobrino del anterior — anotan los autores — Tomás O'Gorman, que por cierto no gozaba de la consideración y estima que se le tenía a don Miguel. Estaba casado con Anita Perichon, y fincaba en el contrabando su principal fuente de recursos.”

De regreso de un viaje a Europa aparece, en 1804, acompañado del espía Burke, connacional suyo. A tiempo de la dominación inglesa en Buenos Aires, el año 1806, Tomás gozó de la amistad de Beresford, el que lo favoreció dándole un cargo. Producida la Reconquista, huyó a Río Grande y allí lo encontró Pueyrredón cuando se dirigía a España.

“A pesar de su actuación en favor de los invasores, le fue permitido en tiempo de Liniers, regresar a Buenos Aires. La última noticia que se conoce sobre su actuación es la carta de la princesa Carlota, fechada en julio de 1809 en la que expresa al gobierno español que, merced a un permiso que le otorgara el príncipe de la Paz, se encuentra en Lima realizando brillantes negociaciones”.

No sería raro que O'Gorman hubiese sido un “carlotino” o que gozó del favor de la princesa, pues la preocupación de ella y su mención en la carta, dan para sos pechar. La amistad de O'Gorman con Burke, que pasó por Chile en comisión secreta de la princesa, da mayor pie a esta hipótesis y sobre todo si se tiene en cuenta el viaje de O'Gorman a Santiago y su trato con las autoridades de Chile.

La presencia del barco de O'Gorman en Chile, aparece registrada también en la correspondencia del comerciante don Agustín de Eyzaguirre, que en carta a un colega de Buenos Aires, fechada el 8 de abril de 1808, le decía: “Tenemos en este puerto una fragata portuguesa nombrada los Dos Buenos Hermanos, procedente de Lisboa con real permiso; viene ricamente cargada con destino aquí Arica o Lima. Creo que se irá luego porque los precios que pidió no dejan utilidad; habían ido de aquí varios a comprarle y se han devuelto. Los más y casi todos los efectos son ingleses, y lienzo muy poco.” Archivo epistolar de la familia Eyzaguirre (Buenos Aires, 1960), pág. 199.

46 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 762.

47 Real orden de 8 de noviembre de 1807. Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 754, pág. 79.

48 Este curioso documento se encuentra en Documentos para la Historia Argentina, tomo VII, pág. 174.

49 Archivo Nacional de Chile, Escribanos de Valparaíso 1804-1810, vol. 25.

50 Biblioteca Nacional de Chile, Sala Medina, MS vol. 331, foja 206. Algunos comerciantes propusieron que se embargase la fragata Bons Irmáos, dadas las necesidades que imponía el estado de guerra, pero se encontraron con una terminante negativa de las autoridades.

51 Archivo Nacional de Chile, Escribanos de Valparaíso 1804-1810, vol. 25 foja 323.

52 Archivo Nacional de Chile, Escribanos de Valparaíso 1804-1810, vol. 25, foja 377v.

53 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 762. Algunos datos sobre O'Reilly aparecen en la obra ya citada de Pérez, Addiego y Duarte.

54 Archivo Nacional de Chile, Capitanía General, vol. 754, pág. 11.

55 Memorias de lus virreyes del Río de la Plata, pág. 514.

56 Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Correspondencia de Juan de Llano, 1792-1809.

57 Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Correspondencia de Manuel Alonso Gil, IX-18-10-8.

58 Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Consulado, Comunicaciones, vol. II.

59 “Autos seguidos entre don Carlos Matías Bruske, sobrecargo de la fragata hamburguesa Emmanuel y don Juan de Llano, sobre contrata de fletamento”. Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Comerciales, legajo 28, expediente 5.

60 Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Embarques y resguardos, 1808-1809.

61 Fondo documental citado.

62 Carta de Manuel Posse a Juan de Llano. Tucumán, 11 de mayo de 1807. Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Correspondencia de Juan de Llano, 1792-1809.

63 Carta de Roque Jacinto Vieira a Juan de Llano. Fondo documental citado.

64 Carta de Cipriano de Sagartizaval a Manuel Alonso Gil, Gualeguay, 25 de julio de 1809. Archivo General de la Nación Argentina, División Colonia, Sección Gobierno, Correspondencia de Manuel Alonso Gil, 1787-1810.

65 Fondo documental citado.

66 Fondo documental citado.

67 Carta de Manuel Doldán a Manuel Alonso Gil, Asunción, 26 de marzo de 1809. Fondo documental citado.

68 Carta a Pedro del Barco. Buenos Aires, 21 de enero de 1809. Correspondencia de un comerciante anónimo, en poder del señor Ruggiero Romano.

69 Carta de 9 de noviembre de 1809. Archivo Nacional de Chile, Fondo Varios, vol. 678.

70 “Instrucciones que da Manuel Riesco a su amado hijo Miguel”, en Revista Chilena de Historia y Geografía, No. 48 y 49.

71 Sobre las condiciones que debían cumplir los barcos para afrontar bien las tareas y los temporales en las costas de Chile y el Perú, puede verse las “Instrucciones” ya citadas de Riesco.

72 Carta de Vea Murguía y Lizaur. Cádiz, 1.5 de octubre de 1805. Archivo Nacional de Chile, Fondo Varios, vol. 681.

73 Instrucciones de 1807. Archivo Nacional de Chile, Fondo Varios, vol. 681.

74 Carta de Manuel Riesco a su hijo Miguel. Santiago, 9 de noviembre de 1809. Archivo Nacional de Chile, Fondo Varios, vol. 678.

75 Carta de Manuel Riesco a su hijo Miguel. Santiago, 23 de febrero de 1810. Archivo Nacional, Fondo Varios, vol. 678.

76 Jaime Eyzaguirre, Archivo epistolar de la familia Eyzaguirre, 1747-1854, cartas No. 23, 32 y 34.

77 Archivo epistolar, carta No. 40.

78 Archivo epistolar, cartas No. 48 y No. 52, de 1 de agosto p 6 de octubre de 1804, respectivamente.

79 Archivo epistolar, carta No. 60.

80 Archivo epistolar, carta No. 62.

81 Archivo epistolar, carta No. 66.

82 Archivo epistolar, carta No. 71.