Suiza recibe a ustedes esta mañana con sentimientos de plena alegría y al mismo tiempo, de gran preocupación.

Nos complace comprobar que el llamamiento hecho a la comunidad intemacional haya tenido un eco tan amplio y que un número representativo y universal de Estados haya respondido a nuestra invitatión.

Pero el motivo de ésta fue, ante todo, la angustia. Mientras que la guerra debería estar prohibida como medio para solucionar los conflictos, en realidad asistimos al recrudecimiento de violentos combates en un creciente número de países y territorios.