La idea de El juego de la silla, la opera prima de Ana Katz, tomó forma primero en un cuento con “la historia de una familia que jugaba al juego de la silla,” escrito por la misma Katz, quien luego decidió convocar a un grupo de actores con los que estuvo ensayando sobre esta idea durante un año y medio, y a partir de esas experiencias fue creando el guión de la película, escrito y rodado en el 2000 (Katz, Entrevista). Al mismo tiempo, la directora ganó un concurso de coproducción del Teatro Municipal General San Martín para montar la obra teatral, que estuvo en cartel durante más de un año, y luego de finalizada la obra de teatro, se dedicó a editar el material filmado, terminando la película en el 2002. La película, filmada originalmente en video digital, “[s]e presentó en una sección paralela—muy chiquita—del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata,” comenta Katz, “y a raíz de esa participación el Instituto Nacional de Cine (INCAA) me dio el dinero para poder ampliarla a 35mm” (Entrevista). Coproducida por Tresplanos Cine, la Universidad del Cine y la propia Katz, la película recorrió diversos festivales internacionales, donde cosechó numerosos premios,2 antes de estrenarse finalmente en Argentina en el 2003, y tuvo una recepción muy favorable por parte de la crítica.

La historia narrada en el film es sencilla: Víctor, el hijo mayor de una familia porteña (los Lujine), que ha emigrado a Canadá por razones profesionales ocho años atrás, vuelve por primera vez a la Argentina enviado por la empresa para la que trabaja, y hace una escala de menos de un día en Buenos Aires para visitar a su familia a la que no ve desde que se fue. Su familia, a la que hay que agregar una ex-novia de Víctor de toda la vida, espera con gran emoción su llegada y ha preparado y cuidadosamente ensayado una apretada agenda de actividades para compartir con Víctor durante su visita, ante las cuales, como señala Mariano Kairuz, Víctor “se descubrirá observando viejas situaciones familiares con una mirada ligeramente extrañada” (“El que se fue”).

En El juego de la silla, las referencias explícitas a la circunstancia histórica que constituye el contexto más amplio de la narración, es decir, al momento de descomposición que atraviesa el país, son pocas, aunque abundan, implícitamente, en las acciones cotidianas de los personajes, en su caracterización y en la puesta en escena del film.