35 - Diálogos en la casa de doña Elvira
Published online by Cambridge University Press: 11 January 2024
Summary
Amor yo nunca pensé
Que tan poderoso eras
Que podrías tener maneras
Para trastornar la fe
Fasta agora que lo sé.
Pensaba que conocido
Te debiera yo tener
Mas no pudiera creer
Que fueras tan mal sabido,
Ni jamás no lo pensé
Aunque poderoso eras
Que podrías tener maneras
Para trastornar la fe
Fasta agora que lo sé.
Cantiga del rey don Juan el 2º.—Bien dicen estos versos del ilustre poeta —exclamó doña Elvira acabando de leerlos, y paseándose aceleradamente—; bien dicen estos versos, ora se entienda la palabra fe por promesa o juramento, ora por creencia; de cualquier modo, es más poderoso el amor que yo pensar solía, ¡ay! El corazón, libre como estaba el mío, se presentaba plácido y risueño como las floridas orillas del río que me vio nacer; mas cuando tan tormentosa pasión se apoderó de él, semejante a las impetuosas aguas del angosto y rápido Genal, ¿qué deberé hacer? Si la pérfida Inés no hubiese revelado el secreto de mi alma… Entonces viviría al menos más tranquila, y no que ahora me parece que han de conocer todos en mi rostro lo que pasa dentro de mí. ¿Y la guerra y la desolación, y la carnicería horrible…? Si hubiera podido hablar algunas palabras más a Abenamet quizás impediría… Mas —prosiguió alzando un poco más la voz— don Juan Pérez, ¡ah! Don Juan Pérez…
—Aquí estoy yo para lo que gustéis mandarme —dijo este, entrándose por la sala.
—¿Pues cómo…?
—Ya algo restablecido de mis heridas he venido a veros.
—Sentaos, don Juan; pero quiera que hubieseis escogido otra ocasión más oportuna.
—Los amantes aborrecidos como yo nunca encuentran ocasión oportuna, si fuera…
—Pues yo sé quién sabe buscar estas ocasiones, sea del modo que fuere.
—Conozco, señora, que hice mal en esconderme, y aun mucho peor en presentarme luego delante de vos tan de repente, mas poneos en mi lugar.
—Nadie debe nunca cometer bajezas.
—¡Bajezas! Muy fuerte es la palabra.
—Pero cierta; otros amantes desdeñados procuran con su constancia y rendimiento captarse la benevolencia de sus damas, y vos queréis…
—Yo estaba ya desesperado con tanta crueldad; si hice mal, bien caro me ha costado, y creo que estaréis tan complacida.
—Nunca me complazco en la ajena desgracia, y, aunque resentida contra vos, me alegro en el alma que estéis ya curado.
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra BermejaEdición, Introducción y notas de Javier Muñoz de Morales Galiana y Daniel Muñoz Sempere, pp. 229 - 234Publisher: Boydell & BrewerPrint publication year: 2023