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Convención sobre las armas biológicas — Consideraciones generales

Published online by Cambridge University Press:  29 January 2010

Jozef Goldblat
Affiliation:
Jozef Goldblat es un experto en cuestiones de control de armamentos, especialmente en la no proliferatión de armas de destructión en masa. Ha escrito extensamente sobre esos temas y es consultor del Institute de las Naciones Unidas de Investigatión sobre el Desarme (UNIDIR). Anteriormente, dirigió el Programa de estudios sobre control de armamentos y desarme en el Instituto International de Estocolmo para la Investigatión de la Paz (SIPRI). Original: inglés

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Desde la antigüedad, la utilización de veneno y agentes patógenos en la guerra ha sido considerada como práctica desleal. Ha sido condenada por declaraciones y tratados internacionales, especialmente en el Convenio de La Haya de 1907 (IV) sobre las leyes y costumbres de la guerra terrestre. Los esfuerzos por potenciar esa prohibición dieron por resultado la concertación, en 1925, del Protocolo de Ginebra, en el cual se prohíbe el empleo de gases asfixiantes, tóxicos o similares, también denominados armas químicas, así como el empleo de medios de guerra bacteriológica.

Actualmente se entiende que esos medios incluyen no sólo bacterias, sino también otros agentes biológicos, tales como virus o Rickettsias, que eran desconocidos cuando se firmó el Protocolo de Ginebra (el 1 de enero de 1977, eran 132 los Estados Partes en ese Protocolo). Sin embargo, en el Protocolo de Ginebra no se prohíbe el desarrollo, la producción y el almacenamiento de armas químicas y biológicas. El año 1930, en el marco de la Sociedad de las Naciones, se intentó, aunque sin éxito, lograr una prohibición completa.

Poco después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas hicieron un llamamiento para que se eliminaran todas las armas «adaptables a la destrucción en masa». Las armas biológicas y químicas se incluyeron en esta categoría de armas, junto con las armas atómicas y radiológicas.

Type
25º aniversario de la Convención sobre las armas bacterológicas (biológicas)
Copyright
Copyright © International Committee of the Red Cross 1997

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References

1 Véanse el texto del Convenio, así como los textos del Protocolo de Ginebra de 1925 y la Convención de 1972 sobre las armas biológicas, que se estudian más adelante en este artículo, en Goldblat, J., Arms control: A guide to negotiations and agreements, Londres, Thousand Oaks, Nueva Delhi, PRIO and SAGE Publications, 1994, pp. 257, 277 y 370Google Scholar, o en Schindler, D. y Toman, J. (ed), The laws of armed conflicts, ed., Martinus Nijhoff Publishers/Henry Dunant Institute, Dordrecht/Ginebra, 1988Google Scholar.

2 Resolución n° 1 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 24 de enero de 1946.

3 Tal como decidió, en 1948, la Comisión de Armamentos de Tipo Corriente, un órgano subsidiario del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Documento de las Naciones Unidas S/C.3/32/Rev. 1).

4 Naciones Unidas, Chemical and bacteriological (biological) weapons and the effects of their possible use, Nueva York, 1969Google Scholar.

5 Organización Mundial de la Salud, Health aspects of the use of chemical and biological weapons, Ginebra, 1970Google Scholar.

6 ACDA, Documents on disarmament 1969, Washington DC, 1970, pp. 592–93Google Scholar.

7 Oficina del secretaries de prensa de la Casa Blanca, comunicado de prensa, Washington DC, 14 de febrero de 1970.

8 Documento de las Naciones Unidas A/2826(XXVI).

9 Esta interpretación figura en la nota dirigida, el 18 de agosto de 1976, al Gobierno de Suiza por el secretario de Estado de los Estados Unidos.

10 Documento de la Conferencia de Desarme CCD/PV.542.

11 El Grupo de Australia se formó en 1985, como consecuencia de la utilización de armas químicas en la guerre entre Irak e Iran, con el objeto de limitar el comercio de tecnologías y materiales de guerra química. En 1990, su alcance se amplió para incluir las armas biológicas.

12 IV Conferencia de las Partes encargada del examen de la Convención, documento BWC/CONF.IV/9.

13 Documentos de la Conferencia de Desarme, CCD/PV.585 y 655.

14 Documento de la Conferencia de Desarme CCD/PV.659.

15 Documento de la Conferencia de Desarme CCD/PV.666.

16 Irlanda (1972), Barbados (1976), Australia (1986), Nueva Zelanda (1989), Checoslovaquia (1990), Mongolia (1990), Bulgaria (1991), Canadá (1991), Chile (1991), Rumania (1991), Reino Unido (1991), España (1992), Rusia (1992), Sudáfrica (1996), Francia (1996), Bélgica (1997).

17 IV Conferencia de las Partes encargada del examen de la Convención, documento BWC/CONF.IV/COW/WP.2.

18 Acta del Congreso de los EE.UU. - Senado, 9 de marzo de 1971.

19 Resolución 620 (1988) del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Los procedimientos y las directrices de que disponen las Naciones Unidas para las investigaciones fueron elaborados por un grupo de expertos y aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 45/57C(1990).

20 Incluso antes de que entrara en vigor la Convención, Francia (Estado que no era signatario) aprobó una ley (n° 72–467, del 9 de junio de 1972) por la que se prohiben las armas biológicas y toxínicas en su territorio. La redacción de sus principales disposiciones es prácticamente idéntica a la de la Convención. Se prevén penas graves para los infractores mediante multas y prisión, y complejos procedimientos tienen por objeto garantizar que se respeten las prohibiciones. Fue sólo en 1984 cuando Francia adhirió a la Convención.

21 Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de los Estados Unidos, Hearings on global proliferation of weapons of mass destruction: A case study on Aum Shinrikyo, 31 de octubre de 1995Google Scholar.

22 Primera y Segunda Conferencias encargadas del examen de la Convención sobre armas biológicas, documentos BWC/CONF.I/10 y BWC/CONF.II/13.

23 Documento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, S/23500, del 31 de enero de 1992.

24 Véase, S. Sur, «La résolution A/37/98 D du 13 décembre 1982 et les procédures d'enquête en cas d'usage allégué d'armes chimiques et bactériologiques (biologiques)», Annuaire français de droit international (AFDI), 1984, pp. 93109Google Scholar.

25 Documentos de la Conferencia de Desarme CCD/PV.542 y CCD/PV.544.

26 Véanse, en SIPRI Yearbooks, las descripciones de esas denuncias. Antes de que entrara en vigor la Convención también se habían presentado denuncias por el empleo de medios de guerra biológica.

27 New York Times, 19 de marzo de 1980.

28 I Conferencia de Examen de la Convención sobre armas biológicas, documento BWC/CONF.I/SR.12, párr. 29.

29 Véanse descripciones detalladas del caso en: Meselson, M., «The biological weapons convention and the Sverdlovsk anthrax outbreak of 1979», Federation of American scientists public interest report, Vol. 41(7), Washington D.C., septiembre de 1988Google Scholar; Harris, E., «Sverdlovsk and yellow rain: Two cases of Soviet noncompliance?», International security, vol. 11(4), primavera de 1987, pp. 4547CrossRefGoogle Scholar; Ch. Flowerree, C., «Possible implications of the anthrax outbreak in Sverdlovsk on future verification of the Biological Weapons Convention: a U.S. perspective»; Lundin, S. J. (ed), Views on possible verification measures for the Biological Weapons Convention, SIPRI, Oxford University Press Oxford, 1991Google Scholar; V. Issraelyan, «Possible implications of the anthrax outbreak in Sverdlovsk on future verification of the Biological Weapons Convention: a Soviet perspective», ibid.

30 La Casa Blanca, Report to the Congress on Soviet noncompliance with arms control agreements, Washington D.C., 23 de febrero de 1990Google Scholar.

31 Chemical Weapons Convention Bulletin, n° 16, junio de 1992, pp. 1819Google Scholar.

32 La denuncia se hizo püblica por primera vez por el secretario de Estado señor Haig, en septiembre de 1981 (comunicado de prensa del 13 de septiembre de 1981, del Departamento de Estado de los EE.UU.) Se suministraron más detalles en: Chemical warfare in Southeast Asia and Afghanistan, Departamento de Estado de los EE.UU., Special Report n° 98, Informe presentado al Congreso por el secretario de Estado Alexander, M. Haig, Jr., 22 de marzo de 1982Google Scholar; y Chemical warfare in Southeast Asia and Afghanistan: An update, Departamento de Estado de los EE.UU., Special Report n° 104, presentado por el secretario de Estado George, P. Shultz, 11 de noviembre de 1982Google Scholar.

33 Un grupo de expertos de las Naciones Unidas, enviado por el secretario general en 1981 y 1982, no pudo arrojar más luz sobre el asunto (Documentos de las Naciones Unidas A/36/613 Anexo y A/37/259).

34 Véase un análisis del caso de la lluvia amarilla, en el que se refutan las denuncias, en Robinson, J. P., Guillemin, J., Meselson, M., «Yellow rain in Southeast Asia: The story collapses», Wright, S. (ed), Preventing a biological arms race, MIT Press, Cambridge Mass., 1990Google Scholar.

35 Quizás, en el ámbito militar, podrían ser más útiles para la interdicción de zonas.

36 Documento del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas S/1995/864.

37 Declaración del Director del Organismo de Control de Armamentos y Desarme de los Estados Unidos en la Conferencia de Examen de la Convención, 26 de noviembre de 1996