El modelo retórico que Balbuena utiliza para diseñar su elogio de la capital novohispana germina durante una época que algunos críticos han denominado “a new golden age of eloquence” (Viljamaa 8): la época de la Segunda sofística (siglos II-V d.C.). Durante estos siglos, en los cuales las ciudades-estado griegas se someten al creciente imperio romano, observamos un contexto sociopolítico favorable para el desarrollo del género demostrativo o epidíctico en general, en contraste con el retroceso que sufrieron los géneros judicial y deliberativo (Viljamaa 8; Ponce 413). Si las múltiples ramificaciones de la burocracia imperial romana produjeron una cantidad ilimitada de personajes poderosos que podían ser objeto de elogios personales (Viljamaa 9), la vida social en la Grecia dominada por Roma ofrecía las circunstancias sociales propicias para la creación de “encomios al emperador, al gobernador, a Roma, a los dioses, a la ciudad, a la fiesta” (Ponce 414). La prevalencia del género epidíctico fue tal que su normativa afectó la creación poética en un grado mucho mayor que las ramas judicial y deliberativa (Burgess 167), por lo que se ha solido denominar “rhetorical poetry” (Viljamaa 13).

Más importante aún es el hecho de que el modelo retórico del enkōmion poleōs, desarrollado independientemente de la tradición retórica latina de Cicerón y Quintiliano, y por tanto poco conocido en la Europa latina de la Edad Media, halla su eclosión en el contexto de una Grecia colonizada por el imperio romano. Este contexto colonial, hasta cierto punto homologable al que encuentra Balbuena en la Nueva España hacia 1600, supone que el elogio desorbitado de una ciudad colonizada o periférica no comporta en modo alguno un desafío o crítica de la Roma hegemónica. Como se recuerda, uno de los fundamentos principales de las lecturas ‘criollistas’ de Grandeza mexicana es, precisamente, el evidente carácter de elogio de la obra de Balbuena. Esto nos obliga a considerar que, si en su contexto original el enkōmion poleōs no comporta en absoluto una crítica que hoy consideraríamos anti-colonial o acaso post-colonial, la apropiación de este paradigma retórico por parte de Balbuena no implica necesariamente un desafío a la relación jerárquica entre una península ibérica superior y un subordinado virreinato novohispano.