La idea de estudiar a fondo la figura de Isabel de Castilla germinó durante una lectura del Triunfo de amor, una novela sentimental escrita por Juan de Flores, cronista en la corte de los Reyes Católicos. Me iba fascinando sobremanera la concepción del género sexual implícita en la novela, la cual lo visualiza como un elemento totalmente independiente del concepto puramente biológico de la sexualidad. Me impresionó el constatar que ya hace cinco siglos se pudiera entender el género sexual de forma muy similar a cómo lo entendemos nosotros hoy en día: es decir, en tanto que creación cultural. En la obra, en medio de un candente debate entre ambos sexos, propio de la época, los hombres se dirigen a Cupido y le piden que invierta la posición de los hombres y las mujeres, haciendo de ellos los pretendidos y de ellas las pretendientes. Cupido, con un “perdónales, señor, que no saben lo que hazen”, y a sabiendas de que esta orden perjudicará a los hombres, accede al apremio de éstos y le ordena a las mujeres: “rescebit este mi mandamiento y sentencia por ley; y el coraçón, encogido de la vieja y simple costumbre que usaste, salga a puerto de luç, y la mano al escrivir y la lengua a hablar las reqüestas quales las solíades oír d’ellos”. Los hombres, por su parte, “se retrahen en sus palacios y aposentamientos … a las ventanas poniéndose y quitándose como lo suelen hazer encerradas donzellas … haziendo tal grand continencia, en la qual más altivos que umanos se mostraron”.