El año 1980 empieza con una tragedia: la muerte por cáncer de Celia Sánchez, heroina de la revolución y personaje muy cercano a Fidel Castro. En abril, muere también Alejo Carpentier y en julio se suicida Haydée Santamaría. Ese mismo año acontece una de las mayores crisis de refugiados que Cuba iba a vivir. El racionamiento y la falta de perspectivas económicas y sociales para la generación educada en la revolución es causa de difuso descontento entre la población. Estas tensiones explotan al principio de abril cuando un grupo de cubanos en busca de asilo político estalla un bus entrando en la embajada peruana en el distrito Miramar de La Habana. La decisión de las autoridades peruanas de no entregar a los que buscaron asilo desencadenó la llegada de otros diez mil cubanos. Para Castro y la autoridades de la isla, el número elevado de ciudadanos dispuestos a salir del país fue sorprendente y potencialmente muy lesivo para su posición en la política internacional. Algo se debía de hacer para restaurar el orden interno y para proyectar una imagen no represiva del régimen. Fidel Castro, considerada la gravedad de la situación, tomó personalmente cargo del asunto mudando el centro de las operaciones en el mismo barrio de Miramar. Había que tomar decisiones que restauraran la imagen de Cuba en el exterior mientras se restablecía el orden en el interior. Como reportan muchos historiadores, en la arena internacional Fidel Castro, abriendo una válvula de la emigración puso en gran dificultad la administración Carter.