Salen Otauio y don Juan y don Pedro

DON PEDRO En fin, ¿tengo de escuchar

yo sus voces, sin que yntente

desesperado arrojarme

adondequiera que fueren,

y con mi sangre y mi vida

los dulces ecos alegres,

cisne de onor, conbertirlos

en esequias de su muerte?

Sea, pues que lo queréis

los dos, que faborecerme

devierais, no reportarme,

en una ocasión tan fuerte:

vos porque venís conmigo,

vos porque vine a balerme

de vos; y entrambos porque

soy ynfeliz finalmente.

OTAUIO Los dos lo hacemos por ver

quánto es grande ynconveniente

querer arriesgarlo todo

sin que nada se remedie.

En vno de esos jardines

que confinan con aqueste

quarto se escuchó la voz.

¿No fuera acción ynprudente

dejaros sólo hacer ruydo

sin efeto? Considere

v[uest]ro onor que del onor

son tan seueras las leyes,

que mandan que el ofendido

sin ningún risgo se vengue.

DON JUAN Yo vengo con vos, don Pedro,

y en todo trance, valiente

me tendréis a v[uest]ro lado;

mas disponeldo de suerte

que sea vno el empeñaros

y el desenpeñaros. Entre

aparte con el balor

la cordura; que mil veces

emos visto que sin ella

el más osado se pierde.

OTAUIO Yo os ayudaré el primero

a todo quanto quisiereis,

pues quando de v[uest]ro padre

tan grande amigo no hubiese

sido, el valeros de mí

hará que con vos me empeñe;

mas sea en buena ocasión.

DON JUAN Pensemos lo que conviene

con más atención, y luego

que se discurra y se piense

el modo, en su ejecución

vida, onor y alma se arriesguen.