En 1973, Hugh Ellis-Rees abandonaba la presidencia de la asociación, que había alcanzado cierta estabilidad durante la última década. Corrían vientos favorables, ya que los cambios políticos que en ese momento se perfilaban en España iban a facilitar la labor de la institución. Y es que el final del régimen de Franco trajo consigo una coyuntura más propicia para el desarrollo de las relaciones hispano-británicas. Por un lado, la transición española a la democracia fue vista con buenos ojos por la opinión pública del Reino Unido. Por el otro, los servicios diplomáticos españoles se adaptaron a las nuevas circunstancias, renovando parcialmente su personal. Al morir el dictador, el entonces embajador español en Londres, Manuel Fraga Iribarne, regresó a Madrid para asumir responsabilidades de gobierno, siendo remplazado interinamente por su tocayo Manuel Gómez Acebo. A partir de 1976, el aristócrata Luis Guillermo de Perinat se puso al frente de la Embajada para afrontar el reto de transformación que los tiempos exigían. En este contexto, la sociedad continuó progresando con firmeza.

Antes de la muerte de Franco, ya se había producido un relevo en la presidencia de la Anglo-Spanish Society. Un químico y escritor inglés, Peter Christopher Allen, fue el elegido para tomar el timón. Su interés por España había sido fomentado por su segunda esposa, Consuelo Linares, con la que contrajo matrimonio en 1952. Además de acercar a su marido a la cultura española, esta mujer también fue miembro del comité ejecutivo de la asociación y su participación en los proyectos para mejorar las relaciones bilaterales fue tan destacada como la de su marido. Sin ir más lejos, en 1978 la labor de Linares Rivas fue reconocida por el rey Juan Carlos I, quien le otorgó “El Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica” por su contribución a la amistad entre ambos países. Igual honor fue concedido a otras españolas residentes en Londres como Mabel Marañón y Blanca Tomé de Lago.

Podría decirse que la asociación compartió el espíritu transformador que recorrió España después del óbito del dictador. Algunos de los miembros más veteranos creyeron que era una buena oportunidad para retirarse y dejar paso a las nuevas generaciones.